Me refugio en la noche cavada en mi silencio,
caverna entre hoy y mañana,
donde el tiempo duerme cuando mis heridas curo
donde las olas bravías del atardecer no llegan,
donde las tormentas esperan afuera arqueando ramas,
invitándome a una batalla por demás tardía.
Mis gritos ya no son truenos ni azules relámpagos mi mirada.
Mi espada manchada de aire sangriento enterrada está.
Vendado, barreras de tiempo se levantan,
pasa el día, el sol brillante y aunque grotesco parezca,
espinas también avanzan,
entre sombras de olvido,
de los primeros rayos de un imposible amor colgadas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario